Apertura de la Asamblea general del sinodo
4/10/2023
«Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión».
El Sínodo sirve para recordarnos que nuestra Madre Iglesia tiene
siempre necesidad de purificación, de ser “reparada”, porque todos nosotros
somos un Pueblo de pecadores perdonados ―ambas cosas: pecadores y perdonados―,
siempre necesitados de volver a la fuente, que es Jesús, y emprender de nuevo
los caminos del Espíritu para que llegue a todos su Evangelio. Francisco de
Asís, en un período de grandes luchas y divisiones entre el poder temporal y el
religioso, entre la Iglesia institucional y las corrientes heréticas, entre
cristianos y otros creyentes, no criticó ni atacó a ninguno, sólo abrazó las
armas del Evangelio, es decir, la humildad y la unidad, la oración y la
caridad. ¡Hagamos lo mismo también nosotros! Humildad y unidad, oración y
caridad.
Y
si el Pueblo santo de Dios con sus pastores, provenientes de todo el mundo,
alimentan expectativas, esperanzas e incluso algunos temores sobre el Sínodo
que comenzamos, recordemos una vez más que no se trata de una reunión política,
sino de una convocación en el Espíritu; no de un parlamento polarizado, sino de
un lugar de gracia y comunión. El Espíritu Santo deshace, a menudo, nuestras
expectativas para crear algo nuevo que supera nuestras previsiones y
negatividades. Podría decir que los momentos de oración son los más fructuosos
del Sínodo, también el ambiente de oración, por el que el Señor obra en
nosotros. Abrámonos e invoquemos al Espíritu Santo, Él es el protagonista.
¡Dejemos que el protagonista del Sínodo sea Él! Y caminemos con Él, con
confianza y alegría.
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